SENTIDO, PARA SENTIR LA LECTURA
Introducción.
“¿Cómo puede ser que niños
inteligentes, que poseen además evidentes facultades de adaptación y de
comprensión hacia el mundo que los rodea no logren transferir esas capacidades
hacia el marco de la clase?” se pregunta Serge Boimare maesto de niños y niñas
con miedo a aprender, a los que había sido incapaz de explicar la técnica de la
multiplicación y los veía intercambiar canicas de distintos valores sin
equivocarse.
La pregunta de Boimare se puede
transferir al terreno de la lectura. Observando al alumnado de Nivel Socio
Económico (NSE) bajo, que no presentando alteraciones en su desarrollo
cognitivo y que habiendo adquirido la mecánica de la descodificación lectora de
una manera aceptable, se puede comprobar en un gran número de casos, una gran
dificultad a la hora de comprender los textos que leen. Teniendo presente que
la definición de lectura va más allá que la mera descodificación, podemos
hablar de grandes dificultades lectoras. Así pues nos preguntamos; ¿por qué estos alumnos/as no aprenden a
leer tan bien como podrían?
Módelo bio-médico.
La respuesta a esta pregunta no
es fácil de contestar, y hay mucha literatura, investigación y reflexión ante
la misma. El problema es complejo y las respuestas diversas, provenientes de distintos campos de investigación. Sin
embargo últimamente parece que sólo nos atenemos a las respuestas que vienen de
la investigación del cerebro.
El gran desarrollo que ha tenido
la neurología los últimos años ha hecho que haya sido considerada como una de
las ciencias que más puede aportar al conocimiento del ser humano, tanto es así
que en educación llevamos un tiempo hablando de Neuroeducación. Esta irrupción de lo neurológico no es
exclusiva de la educación, otras ciencias humanas han optado por explicar la
conducta humana a través de la observación del cerebro. Así en educación entramos
en el modelo biomédico que impera en
otras ciencias humanas.
No es casualidad que el profesor
Ignacio Calderón Almendros en su conferencia incluida en el programa del evento
“Leave no one behind in education” en la sede las Naciones Unidas en New York,
inicie diciendo: “Persiste en la sociedad en general y en las escuelas en
particular una tendencia a pensar las cuestiones sociales y culturales en
términos personales y biológicos.” Y continúa “Necesitamos devolver los
problemas que la escuela ha convertido en individuales a la arena social”.
De esta manera cuando tratamos de
comprender las dificultades de lectura, como también otras dificultades de
aprendizaje, se suele apostar por una explicación desde el individuo, desde sus
deficiencias, su cerebro, no teniendo en cuenta las circunstancias sociales que
nos han llevado hasta esta situación.
Parece que nos cuesta comprender cómo el alumnado puede negarse a
aprender, cuando las ventajas del aprendizaje (de la lectura) son tantas y tan
beneficiosas.
Este modelo biomédico es un
modelo que encaja con el paradigma
individualista imperante en nuestra sociedad neoliberal. Sin embargo es un
modelo que se queda escaso para explicar las situaciones humanas en su
globalidad y parece olvidar el componente social de las funciones humanas. Hay
muchos autores que apuestan por otra forma de pensar; “de acuerdo con nuestro
nuevo y extendido conocimiento, la mente existe igualmente dentro del cráneo,
en los objetos desparramados en la cultura y en los comportamientos de otros
individuos con quienes se interactúa y de los que se aprende” nos dice el
psicólogo de la universidad de Harvard, Howard Gardner[1].
En el caso del aprendizaje de
capacidades humanas básicas, como la lecto-escritura, los psicólogos culturales
han demostrado la necesidad de la inculturación para adquirirlas y no sólo de
la dependencia de la capacidad intelectual individual contenida en el cerebro
de cada cual. Me parece importante reivindicar lo Socio-educativo frente a lo
Neuro-educativo.
Métodos de enseñanza
de la lectura.
Para dar respuesta a la pregunta
planteada al principio, me parece necesario repasar los métodos de enseñanza de
la lectoescritura.
Históricamente ha habido una gran
competencia entre diversos métodos de enseñanza aprendizaje de la lectura,
tanto es así, que en algún momento llegó a denominarse las “guerras de la
lectura”. Este conflicto se puede resumir en la competencia entre el método
global y el método sintético.
Los métodos sintéticos, también
llamados ascendentes (de abajo a arriba; primero letras, luego sílabas,
palabras, frases), con el tiempo y también se les ha llamado métodos fonéticos,
pues se enseña el sonido de las letras, sílabas, etc,…
Por el otro lado, los métodos
globales también conocidos como métodos naturales, ya que han tratado de
basarse en la manera de como los niños aprenden el lenguaje oral, han trabajado
con el significado de las palabras, frases y con el sentido comunicativo del lenguaje
escrito.
Sin embargo en el momento actual, este histórico debate
está dándose por dilucidado y parece que el vencedor absoluto es el método fonético, ya que es el
más respaldado por la evidencia científica, sobre todo aquella que proviene de
la neurociencia.
Así en unas recientes jornadas, precisamente tituladas
“las pruebas de la educación”, se habló de la lectura desde la evidencia
científica, haciendo referencia a que uno de los grades problemas de la lectura
en la actualidad es precisamente el debate histórico entre los métodos de
lectura y se presentaron estudios que desde la perspectiva neurológica
reforzaban el método fonético frente al global.
En esta misma línea Stanislas
Dehaene reconocido experto en el estudio de las bases cerebrales de las
principales operaciones intelectuales humanas, nos describe en su libro el
cerebro lector, cómo “nuestro cerebro de primates logra traducir esos signos
llamados letras en lenguaje” y solventa “las guerras de la lectura”, exponiendo
una serie de estudios que le permiten afirmar la gran importancia que tiene la
conversión de letras en sonidos, en la adquisición de la lectura, así que
“todos los esfuerzos de enseñanza deberían enfocarse inicialmente en uno y sólo
un objetivo, el dominio del principio alfabético de acuerdo con el cual cada
letra o grafema representa un fonema”.
Juan C. Ripoll y Gerardo Aguado
en “Enseñar a leer. Cómo hacer lectores competentes” nos dicen que ni la
organización neurológica, ni la investigación, ni la propia fuerza de los hechos
parece avalar la adopción de éstos métodos globales. Sin embargo nos expone que
los métodos sintéticos para enseñar a leer tiene un extenso respaldo
científico, que proviene, tanto de los conocimientos del funcionamiento de la
mente y de la intervención para ayudar a niños con dificultades para aprender
la lectura.
Así parece que el debate de los
métodos de lectura ha finalizado y tenemos como único vencedor a los métodos
fonéticos. Dejando de lado experiencias como la de Ovidio Delacroy, Freinet, Montesori,…
y todo esto a pesar que las características diferenciales de ambos métodos nos
podría hacer pensar otra cosa.
Los métodos fonéticos presentan;
·
una gran preocupación por la descodificación,
dejando el significado para más a delante,
·
una gran atención al proceso de descodificación
y no por el fin del aprendizaje, la propia lectura,
·
que
exigen una enseñanza tradicional (un experto que sabe a analfabetos que
no saben),
·
y que son de una tradición más conductista y
mecanicista.
Mientras que los métodos
globales;
·
se preocupan desde el principio por el
significado,
·
motivan a través del objetivo del aprendizaje,
la lectura y no tanto por el proceso,
·
parten de la necesidad de transmitir del niño,
por tanto es un aprendizaje más significativo, más activo en cuanto a que el
experto es una fuente de estímulo,
·
y son de
naturaleza más constructivista, del aprendizaje por descubrimiento.
Es el propio Ripoll quien
reconoce que “en realidad estos métodos (globales) constituyen una faceta más
de toda una forma de entender la educación, cuyo inicio se reconoce a
principios del siglo XX de la mano del psiquiatra y pedagogo Ovide Delacroy”.
De la misma manera Felix Villalba y Maite Hernández, expertos en la enseñanza
de español como segunda lengua, afirman que
“defensores y detractores de cada uno de ellos se han enzarzado en un
enfrentamiento en el que la lectoescritura ha sido una excusa para discutir
sobre educación”[2].
Más adelante, estos mismos autores, hacen una apuesta por
los métodos globales por una serie de razones que me parecen muy interesantes y
también extrapolables al colectivo de alumnado con un bajo NSE; ya que los métodos
globales “facilitan que el aprendizaje de la lectura no recaiga exclusivamente
en la capacidad de retención memorística de los distintos elementos del código
escrito” y añaden “conviene tener presente que, aunque el estudiante se
encuentre muy motivado para aprender a leer, sus problemas no acaban en la
clase y su atención, por tanto, se tiene que dirigir a solucionar aspectos
materiales de la vida cotidiana, que la lectura no acaba de solucionar”.
También nos resaltan la importancia del léxico para el aprendizaje de la
lectura, ya que “independientemente de la ruta que se utilice (fonológica o
visual) para leer hay que acceder al léxico (auditivo o visual) previamente
existente”, de esta manera si el aprendiz posee un léxico reducido, encontrará
muchas dificultades para establecer relaciones entre palabras y significados.
Lo que puede hacer pensar que esta puede ser una de las dificultades del
alumnado de NSE bajo que se acerca a la escuela con un lenguaje oral cercano a
lo que Basil Berstein califico de código restringido y muy alejado del lenguaje
escrito.
A diferencia del lenguaje oral,
que es algo natural, necesario para la supervivencia, para lo que el ser humano
está predispuesto genéticamente y en el que la mayoría de los bebés están
inmerso incluso antes de nacer, el lenguaje escrito es artificial. La diferencia
entre lo natural y artificial del lenguaje oral y escrito, supone que en las
bases para la implantación del lenguaje oral no existen diferencias
individuales más allá de las que tienen su base en la genética. Por lo menos en
lo que se refiere a un nivel básico de adquisición, ya que sí pueden existir
diferencias en el grado de adquisición del lenguaje oral entre niveles de NSE,
en riqueza léxica, estructuras gramaticales, etc,...
Así que aquellos métodos de
enseñanza aprendizaje que traten de hacer que la lengua escrita sea algo
natural, serán los que mejores efectos consigan. De alguna forma estos métodos
harán gran hincapié en hacer necesario el aprendizaje del lenguaje escrito,
tener una inmersión en esta lengua, creo que a esto se refería Vigotsky cuando
afirmó; “la enseñanza de la lectura se ha concebido en términos poco prácticos.
Se ha enseñado a los pequeños a trazar
letras y formar palabras a partir de las mismas, pero no se les ha
enseñado el lenguaje escrito. Se ha hecho tanto hincapié en la mecánica de la
lectura que se ha olvidado del lenguaje escrito como tal”.
Es por lo que creo importante que
no dejemos de lado las aportaciones que los métodos globales han hecho al
proceso de aprendizaje de la lectoescritura, ya que la mayoría de los niños y
niñas suelen aprender a leer casi de
cualquier manera, con cualquier método y lo diferencial del método elegido se
encuentra en lo que aportan para superar las complicaciones que tienen determinados alumnos
y alumnas. De esta manera si pensamos que las dificultades en torno a la
lectura se encuentran en un terreno más individual, situado en el cerebro
podremos apostar por unos métodos, mientras que si pensamos que las
dificultades están más en el entorno socio cultural del alumnado, su visión del
lenguaje escrito y su inmersión en él, podremos optar por otros métodos que
trabajen más estas necesidades.
No podemos olvidar que “la
iniciación de un niño a la lectura y escritura nuca es exclusivamente una
cuestión de la educación formal”[3],
por tanto se puede deducir que podrían darse diferencias importantes entre
niños y niñas a la hora de llegar a las escuela, según la influencia que
traigan de sus entornos sociales. Habrá entornos sociales en los que el
lenguaje escrito está presente, presencia de libros, utilización de la escritura,
carteles, se lee a los niños y niñas, puede que el lenguaje oral adquirido por
el niño este más cercano al lenguaje escrito en cuanto a cantidad de palabras,
léxico, expresiones,…, Frank Smith nos recuerda que “los niños saben mucho más
acerca de lo que es leer y escribir
antes de ingresar a la escuela e independientemente de lo que se les
enseñe en ella. Conocen muchos de los usos de la lengua escrita, saben que ésta
interviene en carteles, rótulos, etiquetas, listas, cartas, revistas, guías de
programas televisivos. Saben lo que las personas hacen con la lengua escrita,
aun cuando ellos mismos no lo practiquen. También tienen alguna idea de cómo
funciona la lengua escrita, de que está formada por letras puestas en líneas,
que hay diversos tipos de caracteres y que hay regularidades ortográficas.
También tienen ideas acerca de por qué se lee, aunque ellos mismos no sepan
leer. En sus juegos de imitación, hacen como que leen y escriben.” Lo mismo que
podemos hacer estas afirmaciones, podemos hacer la contraria, hay niños que
cuando se acercan a la escuela están totalmente alejados del lenguaje escrito,
por muy distintos motivos, tal vez su lenguaje oral pertenezca a una minoría
cultural no representada en el lenguaje
escrito que les rodea, tal vez sus adultos de referencia no de manejen en el lenguaje escrito e incluso
lo desprecien, tal vez estos niños están
gastando más recursos en sobrevivir que
en fijarse en lo que ocurre a su alrededor,… por eso me planteo la pregunta de
¿qué pasa con estos niños cuando empiezan su proceso de enseñanza aprendizaje
de la lengua?, ¿es demasiado tarde para ellos y ellas?, ¿pueden competir con
los niños y niñas que han realizado este aprendizaje?, ¿cómo se adaptan a ese
aprendizaje?.
No podemos olvidar que parece claro
pensar qué existe una correlación entre las dificultades ante la lectura y el
fracaso escolar, ya que el aprendizaje de nuestras escuelas se basa
fundamentalmente en lo que aprendemos leyendo, “saber leer tiene la importancia
tan singular para la vida del niño en la escuela que su experiencia en el
aprendizaje de la lectura con frecuencia sella el destino, de una vez por todas
das, de su carrera académica”. Si los
niños y niñas empiezan su proceso de escolarización con evidentes desventajas y
dando por supuesto una serie de aprendizajes que debieran haber tenido, podemos
estar marcando su itinerario escolar posterior; “estos primeros contactos con
el aprendizaje en la escuela suelen ser decisivos para la formación del concepto
que el pequeño tiene de sí mismo como parte de la sociedad; según cuáles sean
tales experiencias, el pequeño se sentirá bien
acogido y servido por la escuela y sacará la conclusión de que en ella
tendrá éxito, o, por el contrario, creerá que, como esta institución
supuestamente creada para él se muestra, en el mejor de los casos, indiferene
por sus necesidades, y, en el peor, declaradamente contraria a él, entonces lo
más probable es que ocurra lo mismo en lo que respecta al resto de la sociedad y
sus instituciones. Si así sucede, el pequeño se sentirá derrotado por la
sociedad desde una edad temprana.”
Enseñanza significativa de la
lectura.
No es mi intención apostar por
métodos globales frente a métodos fonéticos, y estoy de acuerdo con las bondades
de estos últimos. Pero sin duda creo que el niño, niña, que se acerca a
nuestras escuelas tiene diferentes situaciones de partida, ya que el
aprendizaje de la lengua es un aprendizaje sociocultural, en el que todo el
entorno está implicado, los niños que se nos acercan provienen de distintos
contextos socioculturales. Es por tanto recordar el papel compensatorio que
debe tener la escuela y plantear el proceso de enseñanza-aprendizaje de la
lectura desde esta perspectiva.
Frank Smith nos describe el proceso
de aprendizaje de de la lector escritura como el ingreso en un club, en un club
que denomina “el club de los que leen y escriben” y la principal condición para
ser admitido es querer ser admitido. Pero sin duda tenemos muchos alumnos que a
pesar de las evidentes ventajas de ser admitidos en este club, no quieren ser
admitidos. ¿Qué podemos hacer para que nuestros alumnos y alumnas quieran ser
admitidos en el club?
Para ello es importante que el
profesorado cambie las definiciones que se suelen manejar de la lectura, como
una herramienta fundamental para el aprendizaje, necesaria para desenvolvernos
en la era de la información, … y pasemos a disfrutar de la lectura, a soñar con
la lectura, a construirnos como personas, escuchar a otras personas, conocer
diferentes mundos, viajar, imaginar, soñar,…
La lectura así entendida es algo que sólo se puede enseñar si se vive,
esto es algo que se educa desde el ejemplo, “leer no admite imperativo” nos
dice Pennac, como también José Luis Borges
“EL VERBO LEER, COMO EL VERBO SOÑAR O EL VERBO AMAR NO ADMITE EL
IMPERATIVO”. Los alumnos tienen que ver a otras personas leyendo, adultos
(especialmente significativos), otros compañeros mayores, …
Hay que tomar en cuenta el nivel
de lingüístico con que se viene a la escuela, no todos parten del mismo léxico
y de expresiones gramaticales, incluso en lenguaje oral, habrá que trabajar
esto, a través de hablar mucho, oír a adultos hablar de temas, escuchar lectura
en voz alta, lectura compartida, oír ciertos programas de radio y televisión,…
Debemos tener muy presente qué es
lo que se lee, el material para leer, los libros. La clave para aprender a leer
es leer. Para ello nos tiene que interesar leer, tener curiosidad por lo
escrito, darle valor a la palabra escrita,…
El aprendizaje de la lectura
tendrá que ser interesante, apasionante si se puede, tendremos que tener mucho
cuidado con ejercicios aburridos y
repetitivos, con lecturas sin sentido, …
Tendremos que implicar a las
familias en este aprendizaje, darles consignas, decirles lo que les pedimos. Y
si no se muestran colaboradoras, saberlo y tratar de compesarlo.
Nos van a ayudar otras
actividades en las que usemos el lenguaje escrito, teatro, grafitis, visitar
bibliotecas, cuentacuentos,…
Final.
“Durante aproximadamente dos mil
años y hasta el comienzo del siglo XX, la teoría imperante en la educación
occidental fue la clásica, el enfoque tenía muy poco de científico, y el
espíritu del siglo XX reclamaba que la educación siguiera una ruta más
“objetiva” para garantizar el aprendizaje. La era tecnológica requería, no
tanto una filosofía del contenido de la educación, sino una teoría del proceso.
Y aquí es donde la educación cometió el error del que aún no puede recuperarse.
Buscó una teoría del aprendizaje, y apostó por el caballo equivocado. Depositó
su fe en la psicología experimental, que la persuadió de que el modo de enseñar
era descomponer los temas complejos en pequeñas partes desvinculadas, que
debían practicarse hasta que las pruebas demostraran que se había producido el
aprendizaje, y debían reforzarse con la calificación u otras marcas de
aprobación.”
Tal vez en este momento estemos
también apostando por un caballo equivocado ante el de la misma manera estamos
volviendo a presenciar una apuesta a mi modo de ver equivocada en favor de la
neurociencia y la psicología experimental. Es el propio Stalisnas Dehaene el
que nos advierte que “hace falta mucha cautela. Mi propia imprensión es que la
neurociencia aún está lejos de ser prescriptiva. Una amplia brecha separa el
conocimiento teórico acumulado en el laboratorio de la práctica en la clase” de
todos modos, las imágenes cerebrales y los datos psicológicos no pueden
separarse de los grandes debates pedagógicosm
[1]
La mente no escolarizada: Cómo piensan los niños y cómo deberían enseñar las
escuelas (Biblioteca Howard
Gardner) Editoria Paidós
[2] “¿Se
puede aprender una segunda lengua sin saber leer? Alfabetización y aprendizaje
de una L2” FElix Villalba y Maite Hernández
[3] Frank
Smith en el “Club de los que leen y escriben”