Educar en tiempos
de crisis
En primer lugar sería interesante
definir los “tiempos de crisis”.
Esto lo suelen explicar muy bien los expertos en economía; parece ser que las crisis son cíclicas, que
son connaturales al desarrollo económico. Esta teoría nos convence, desde el
sentido común, pues a las personas nos pasa lo mismo, las crisis son parte de nosotros,
la adolescencia, los cambios vitales, los momentos de decisión,…, pero las
crisis se superan (o se integran y nos construyen, que sería lo mismo). Ahora
bien, teniendo en cuenta esta definición, esta crisis pasará más pronto que
tarde o como dicen algunos ya ha pasado. Es entonces que lo nos preocupa es una CRISIS con mayúsculas, una CRISIS que ya
lleva mucho tiempo instaurada en occidente, una crisis de la que ya hablábamos,
crisis de valores, crisis de fe, crisis de volutariado, postmodernismo, ninis,
neliberalismo, crisis en los movimientos sociales, individulalismo,
fortalecimiento de los totalitarismos, fracaso escolar, ….
Nos puede encajar por tanto esta hipótesis de trabajo, la crisis (con minúsculas) no ha hecho más
que acentuarr la CRISIS
que ya veníamos sufriendo y es precisamente esta CRISIS con mayúsculas la que
nos ha despojado de los mecanismos que nos hubiesen ayudado a salir una vez más
de una crisis con minúsculas, de una crisis de esas cíclicas.
Por esta razón abundan por la red
testimonios de pensadores, escritores, o gente sencilla que ya hace unos años
avisaba de la crisis, cuando lo que se puede pensar es que estaban hablando de la CRISIS.
Así que en esta reflexión la
centramos en educar en tiempos de CRISIS, con mauyúsculas, esa CRISIS, que ya la
padecíamos hace muchos años y que supera a Lehman Brothers, a las stok options,
a los rescates y las troikas,…
Para hablar de educar en esta
CRISIS recordamos que ya se hablado de ello largo y tendido. Con este mismo
título un poco modificado y bien modificado “Educar(nos) en tiempos de crisis” escribía nuestro querido Jose Luis
Corzo un delicioso libro en 1995.
”No tiene sentido que la prensa, la
radio, la televisión (se puede extender a todas las metodologías incluyendo
el 2.0) entren en el aula como meros
auxiliares didácticos, que apoyan un modelo de enseñanza tradicional y caduco,
que no responde a lo que la sociedad
reclama hoy a la escuela. Si los medio son capaces de interpelar a los docentes
hoy para educara de otra manera en “tiempos de crisis”, sólo ofrecen un barniz
anecdótico que nada tiene que ver con otra escuela que abre sus puertas y
ventanas, sale a al calle en busca de aire fresco y que con mucha ideología y
poco ideario hace frente a la postmoderndiad.”
También de hace muchos años Joaquim Franch, un pedagogo catalán,
relacionado con el escultismo y prematuramente desaparecido, soñaba en 1979 con la escuela del año 2000, una
visión muy actual sin duda:
“Las escuelas serán un lugar de encuentro: la función transmisora de la
escuela cederá el paso a la integración de los aprendizajes. A la escuela no se
irá solamente para aprender cosas, sino para descubrir la armonía de las cosas
conocidas. Y para construir plataformas desde las cuales abordar nuevos
aspectos de la realidad.
Los muros que separan la escuela de la sociedad deberán ser sustituidos
poco a poco por una organización del tiempo: la escuela ya no será unas paredes,
sino un tiempo y una modalidad de trabajo. Para ello será preciso derribar la
separación que existe entre la escuela y el resto de la sociedad.
Particularmente, la escuela no podrá vivir al margen del mundo del trabajo…Es
el único camino para comprender el verdadero significado del esfuerzo, de la
rutina, del cansancio y para abrirse con mayor plenitud al significado de la
creación, de la palabra, de la colectividad. Deberá abrirse también a la ciudad
y a los mass-media.
El tiempo escolar se llenará con el aprendizaje de los códigos de interpretación de la realidad: códigos
lingüísticos, matemáticas, icónicos, artísticos, tecnológicos…Lo que
diferenciará al tiempo escolar será el descubrimiento de la estructura y del
código que la expresa.
La escuela deberá tener un papel importante en el equilibrio emocional
de los individuos, regulando las condiciones que le aseguren un desarrollo
personal armónico. Para ello deberá propiciar ocasiones de maduración, la
liberación de la palabra, la construcción de valores “(Trilla,
2000:264-267)[1].
La crisis en educación, más bien
del sistema educativo, siendo una crisis de mayúsculas, tiene su manifestación
más grave, en nuestra opinión, en la incapacidad
para aunar calidad y equidad. Son cantos de sirena cuando nos dicen que el
problema sólo es de calidad y con leyes que den importancia a la calidad se
curará. Creemos firmemente en la calidad
pero calidad para todos y todas. Los datos al día de hoy nos dicen que las
comunidades autónomas del estado que más calidad dan son las que menos puntúan
en equidad y viceversa, es decir que cuando igualamos igualamos a la baja.
He aquí el reto de la escuela,
del sistema educativo, de los educadores y responsables de las instituciones
educativas, construir un sistema
educativo de calidad para todos. Para ello tenemos que trabajar porque las
estructuras den oportunidades a todos, que todas las personas quepan en nuestra
escuela y todas tengan las mismas oportunidades aunque partan de realidades
distintas. Es muy importante que las metodologías, la práctica diaria, esté basada
en la realidad e intereses del alumno/a y que el aprendizaje sea activo,
significativo y útil.
También sería una clave que los
educadores recuperásemos el idealismo
educativo que se tuvo en los años 60, sin ingenuidad, pero ver que nuestra
profesión es un compromiso (social, político, religioso,…) y que es nuestra
forma de construir nuestra historia de una forma mas justa.
“La educación no cambia el mundo, la educación cambia a las personas para que ellas cambien el mundo” Paolo Freire
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